domingo, 7 de mayo de 2017

NOS ENFADAMOS, NOS RELAJAMOS Y PENSAMOS

Identificar nuestras emociones y saber expresarlas es uno de los retos de esta etapa, es por esto que lo trabajamos a diario y en cualquier situación y contexto. Además, si conseguimos que las expresen de manera adecuada muchísimo mejor.

Ahora os queremos hablar del ENFADO, esta emoción tan pasional que se produce a menudo ante una frustración o impedimento para hacer algo que uno se propone, cuando nos sentimos dañados o engañados... Pueden ser muchas las razones. 


Reconocer y aceptar el enfado es un aspecto fundamental para poder encontrar fórmulas o estrategias que nos ayuden a regularlo. Así que lo primero es reconocer qué nos sucede cuando nos enfadamos, cómo lo manifestamos.  Necesitamos ayudar a los niños con preguntas: ¿Hablas en voz alta o baja? ¿Te sientes agitado o calmado? ¿Se te ve la cara alegre o triste? ¿Te pones tieso como un palo o blando como un muñeco de trapo? ¿Respiras con mayor o menor rapidez? ¿Te da calor o frío? ¿Sientes las manos secas o sudorosas?”
  • La expresión de nuestra cara cambia, la mirada se vuelve ruda, arqueamos las cejas y la boca, así como el cuerpo se vuelve rígido, estático y las extremidades acumulan tensión.
  • La respiración y los latidos del corazón se aceleran.
  • Llorar, gritar y hasta golpear son respuestas habituales que se manifiestan cuando estamos enfadados. 
A nosotras nos gusta trabajar las emociones y los valores a través de los cuentos, como bien sabéis, y en esta ocasión ha sido a través del cuento EL PASTOR Y EL LOBO. Para quienes no conozcáis este relato aquí os lo mostramos en otra versión "Pedro y el lobo". 



Identificamos el enfado en las caras y expresiones de la gente del pueblo cuando se sienten engañados por el pastor y sus bromas pesadas. ¿Cómo os sentiriais vosotros si os engañaran? ¿Y si os prometieran cosas que luego no cumplen? 
Hacemos un trabajo en que nos contamos alguna ocasión en que nos hemos sentido enfadados y cómo hemos hecho para volver a la calma. 
 



El enfado nos puede causar muchos problemas, pero también puede ayudarnos a:
  •  Defendernos y defender a otras personas.
  • Tener la energía y motivación necesaria, para mejorar nuestra vida y luchar por nuestros ideales.
  • Establecer y fortalecer nuestra individualidad.



Los problemas que tenemos, causados por la ira, no están provocados por este sentimiento, sino por la manera en que lo manejamos. Debemos enseñar a los niños a expresar esta emoción de manera constructiva, es decir, establecer límites claros, defender nuestra posición, expresar nuestro disgusto y resolver los conflictos, sin amenazar la integridad y autoestima de las otras personas involucradas. Implica expresar nuestros sentimientos y deseos y estar dispuestos a escuchar a la otra persona, para buscar juntos una solución o la manera de evitar que se repita la situación que nos molestó.

A continuación os damos algunas ideas para enseñar a los más pequeños a gestionar su enfado y que éste se transforme en calma, debemos enseñarles a canalizar sus energías, a parar antes de reaccionar y a hacerse responsables de su bienestar y su paz. 
  • Escuchar música relajante: Esto hace referencia al poder tranquilizador que la música ejerce sobre la mente de las personas al activar ciertas áreas de nuestro cerebro que nos brindan calma y relax.
  • Realizar posturas de yoga.


  • Soplar burbujas:Está técnica es para lograr la calma a través del control de la respiración. Consiste en imaginar que se hacen burbujas, para lo cual es necesario controlar la respiración soplando suavemente para que las burbujas se formen. El adulto puede acompañar al niño respirando calmadamente con él para demostrarle cómo se hace.
  • Tocar agua o arena: Esta herramienta holística logra que los niños más sensoriales se calmen al estar en contacto con elementos de la naturaleza.
  • Meditación del globo: Aquí enseñas al niño a sentir su abdomen como un gran globo que se infla y desinfla al respirar. En cada inhalación su tripa se inflará y en cada exhalación se desinflará. Esta consciencia corporal unida a la respiración le proporcionará calma mental.
  • Ofrecer un abrazo y contención: El amor y el contacto afectuoso producen oxitocina, una hormona que regula las emociones estresantes y proporciona bienestar.  
  • Fabricar una pelotita antiestrés.
  • Rincón de la calma: Consiste en crear un lugar especial dentro de la casa o el aula, al que el niño/a pueda recurrir para calmarse y volver a su centro (estado emocional equilibrado) cuando se sienta alterado o fuera de control.

















































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